Actualmente se puede afirmar que vivimos en una «cultura de medición» que, considerada como un medio y no como un fin, puede calificarse como una característica positiva de nuestra época pues ha permitido establecer estándares de calidad en diferentes aspectos de la actividad humana: producción, salud, educación, rentabilidad, etc.
Siendo la familia una realidad fundamental en la que se desarrollan las personas, es importante profundizar también en los indicadores de calidad que identifiquen a una «buena familia». Cada vez hay más estudios que analizan el bienestar de las personas con el tipo de familia al que pertenecen y de las conclusiones podemos empezar a perfilar un estándar de calidad.
En estudios realizados en varios países, Fernando Pliego (2017) ha encontrado que las personas casadas y los niños que viven con sus dos padres presentan un nivel de bienestar mayor en comparación con otros tipos de familia. En un estudio realizado en Guatemala por FADEP (2007) también se observa que los hogares de matrimonios tienen más probabilidad de tener una casa en propiedad y otros activos que lo que se observa en otros tipos de familia.
Otros sociólogos también han aportado información descriptiva sobre lo que una sociedad espera que una familia desarrolle en los individuos que la conforman. Pérez-Adán (2003) define cuatro elementos en una familia funcional: la equidad generacional, la transmisión cultural, la sociabilización y el compromiso de evitar conductas que no generen bien a la sociedad.
Tomando en cuenta estas ideas se puede determinar la funcionalidad de una familia al analizar si en ella se favorece la relación entre generaciones, se enseñan normas de convivencia, se corrigen las transgresiones a la ley, se favorece la unidad de los esposos, etc. Contar con indicadores de calidad para la familia no solo les sirve a las personas que ya conforman una, sino también son una guía para quienes quieren formar una nueva. Al final, este no debe ser un tema que se trate con menor importancia que otras áreas de la actividad humana, pues no hay otra institución como la familia, para lograr la humanización plena de la persona, siendo este un indicador al que todos deberíamos aspirar.
Referencias
Aguirre, S. (2017). Determinantes del Crecimiento Económico, Población y Familia: El caso Guatemala. Guatemala: FADEP.
Pérez Adán, J. (2003) La Familia. En Sociología. Valencia: Comercial editora de publicaciones.
Pliego, F. (2017). Estructuras de la familia y bienestar de niños y adultos. México: Legislatura de la H. Cámara de diputados.